terça-feira, 3 de julho de 2012

El Teatro Real reclama cerca de un millón de euros a sus trabajadores


Pelleas (Foto cedida por el teatro)
El Teatro Real reclama de manera retroactiva a sus 316 empleados fijos y eventuales cerca de un millón de euros que habrían cobrado indebidamente al no habérseles aplicado el recorte salarial del 5% que imponía el Real Decreto-ley 8/2010, de 20 de mayo.

El conflicto, que ya había provocado la dimisión en abril del director general del teatro, Miguel Muñiz, ha contribuido a enrarecer aún más el difícil ambiente laboral del coliseo madrileño.

segunda-feira, 4 de junho de 2012

Medios mediatizados


Natalia Ginzburg escribió en 1962 un ensayo “Las pequeñas virtudes”, en el que recomendaba no enseñar a los hijos las pequeñas virtudes, sino las grandes: entre otras, la generosidad en vez del ahorro; el coraje y el desprecio por el peligro en lugar de la prudencia; la franqueza y el amor por la verdad en vez de la astucia; el deseo de ser y de saber en sustitución del deseo de éxito.

 
Durante mucho tiempo, creímos en que esas grandes virtudes podían mover al mundo y que cada paso adelante, cada conquista social y política era irreversible, pero en los últimos años la realidad nos ha ido despertando golpe a golpe. Los gobiernos occidentales, escudándose en la crisis económica y en los problemas de seguridad causados por el terrorismo, han aprobado medidas que restringen de manera escandalosa derechos y libertades, sin encontrar apenas reacción en una población anestesiada por unos medios de comunicación de contenidos alienantes e ideología mayoritariamente reaccionaria.

Entre la vulgaridad y el sectarismo de la mayoría de los canales de la TDT, flotando en una cloaca de tele-tiendas, astro-canales, hagiografías de la presidenta de la Comunidad de Madrid o fascistas mancillando el nombre de la libertad, como una isla de independencia y calidad, CNN+ ofrecía un refugio en el que escuchar un editorial en vez de un panfleto, un debate en el que lo que se expusieran fuesen ideas y no descalificaciones o noticias que no se relatasen a instancia de parte. Lamentablemente la cerraron, supuestamente por razones económicas, aunque la cadena fue deficitaria desde sus comienzos y la productora la mantuvo siempre por cuestiones de prestigio.

                              

RTVE, a la que las normas impuestas con el gobierno Zapatero mantenían en un frágil equilibrio de neutralidad con concesiones esporádicas a la caverna que periódicamente la presionaba con falsas acusaciones de partidismo ve peligrar su independencia con el nuevo reglamento aprobado por el PP que como es habitual en ese partido se ve incapaz de gobernar sin tener bajo su control los medios de comunicación.

El único medio audiovisual declaradamente de izquierdas, la Sexta, ha sido absorbido por una cadena de orientación totalmente opuesta y se desconoce por el momento si sus informativos podrán continuar con su línea editorial. Las autonómicas, en manos de sus gobiernos respectivos son casos flagrantes de manipulación. Y en cuanto a la prensa escrita, en franco declive económico y cada vez más dependiente de subvenciones y publicidad institucional, ve cada vez más comprometida su misión de control del Gobierno. Sólo Internet permanece todavía fuera del control de los mercados y de los grupos de poder ¿hasta cuándo?

                                

Dos soledades compartidas


Con el telón de fondo de la crisis económica de su país, Jorge Gaggero debutó en su día como director y guionista, con este largometraje argentino de capital gallego, cuyo título original es “Cama adentro” (que es como se denomina en ese país, el estatus del personal de servicio que duerme en la casa en la que trabaja), premiada en los festivales de Sundance, Toulouse, Bruselas y Lleida.

Gaggero muestra en su “opera prima” la relación entre Beba, una burguesa arruinada (la siempre impresionante Norma Aleandro) y la que ha sido su sirvienta en los últimos treinta años, Dora (Norma Argentina, en su primera interpretación, elegida en un casting entre más de ochocientas empleadas domésticas, al que se presentó animada por su patrón).

El director presenta con un ritmo excesivamente lento, poco diálogo (rompiendo el tópico de la incontinencia verbal de los argentinos) y un guión demasiado plano que, sin embargo revela un profundo conocimiento de la naturaleza humana, una desoladora visión (plenamente lograda, a pesar de todo) de la vida de estas dos mujeres, real y lamentable reflejo de la vida de tanta gente (no sólo en Argentina).

            

La película, con breves intervenciones de Marcos Mundstok (miembro de “Les Luthiers” a quien ya vimos en “No sos vos, soy yo”, que aquí, para variar, no hace un papel cómico), y Eduardo Rodríguez (marido de la sirvienta, ausente, incluso cuando está  presente), y de los actores de reparto que conforman el entorno de Beba y Dora: el portero, las amigas burguesas, la peluquera, las vendedoras de cosméticos (atención a la parodia de las “americanas” técnicas de marketing en las reuniones de la empresa) se convierte en un duelo interpretativo entre Norma Aleandro, magistral en cada pequeño gesto, que encarna a una “señora bien” venida “muy” a menos, incapaz de asumir su nueva situación (con una hija lesbiana que se busca la vida en Madrid, con la que no consigue comunicar), y Norma Argentina, increíble debutante (esperaremos a verla en una película en la que no haga de sí misma), que consigue mantenerse a la altura de su veterana antagonista, en el papel de su sirvienta, casada con un hombre al que sólo ve en sus días libres, de docilidad casi perruna ante una señora de la que jamás  escucha un “por favor” o un “gracias”, y que invierte todo su dinero en la consecución de un sueño: construirse una casa.

La relación de dependencia entre Beba, convencida de su derecho a ser servida y Dora, que, incluso cuando abandona a su señora, al no poder ésta pagarle su salario, sigue representando para ella el rol de criada; la mayor capacidad de enfrentarse a la adversidad de quien siempre ha tenido que hacerlo y el enorme desamparo y soledad de ambas mujeres son los temas de esta triste película, nada recomendable para parados  crónicos, para gente que esté pasando la crisis de la mediana edad, ni para los que no consiguen jamás llegar a fin de mes.

domingo, 3 de junho de 2012

Poesía (cuento finalista del Concurso "Entre líneas")


(Se puede leer escuchando la música del vídeo final) Se encontró con el hombre completamente esférico, desaliñado y en chanclas que todas las noches dormía las sucesivas borracheras en un banco de la calle Embajadores, en la tienda de los pollos asados. Él estaba recitando poemas del marqués de Santillana a una atónita mujer vestida con el traje típico de algún país andino. – ¡Lavapiés es un sinsentido magnífico, no hay duda!!!! – Se dijo, pero ya no pudo deshacerse del sonido de aquellos versos en todo el día.
Volvió a verlo dormido en su banco varias noches al volver a casa y cuando ya pensaba que la historia que recordaba, probablemente no había ocurrido, se tropezó con él en la farmacia, declamando a Machado con aquella hermosa y profunda voz que parecía proceder de otro cuerpo, ante un público absorto de pensionistas con recetas.
No se atrevió a interrumpir a pesar de que necesitaba, cada vez más, una explicación y, al acabar los poemas, el pudor la obligó a abandonar la farmacia sin haber descubierto nada de la doble vida del misterioso rapsoda.
La tercera vez, lo vio desde el coche y no pudo escuchar el poema, pero era obvio que la mujer que tenía delante le atendía con fascinación, totalmente inmune a su apariencia.
Empezó a recorrer obsesivamente la zona buscándolo con la esperanza de volver a oírlo recitar, pero él parecía esconderse durante el día para reaparecer por las noches dormido en el banco, tan cercano al coma etílico que hubiese resultado inútil cualquier tentativa de reanimación.
Preguntó en el asador de pollos: no, no lo habían visto antes, había entrado siguiendo a aquella mujer recién llegada al barrio, le había dicho sus poemas y se había ido. Una conversación con la dueña de la farmacia tampoco aclaró nada: había entrado varias veces, siempre siguiendo a mujeres de todas las edades y después de recitar una o dos piezas que ellas, en todos los casos, habían escuchado embelesadas, se había ido despidiéndose con un gesto leve de cabeza.
Una de aquellas noches, por fin, se paró a contemplarlo mientras dormía y ya no pudo dejar de hacerlo: siguió observándolo noche tras noche, memorizando cada milímetro de su rostro abotargado, la barba de un día, el enorme cuerpo redondo, las chanclas de las que asomaban mugrientos calcetines. Le costaba asociar aquella imagen con la voz profunda y hermosa de su recuerdo, cuya ausencia cada vez le dolía más, pero aquel cuerpo inerte era la única prueba de que realmente existía, de que la había oído.
Cuando empezó el frío y se descubrió a sí misma arropándole con pasión de amante con su mejor edredón arrancado minutos antes de su propia cama, sintió un horror tan profundo que decidió no volver más al banco, una resolución que consiguió mantener durante una interminable semana en la que leyó casi toda la estantería de poesía de la biblioteca del barrio, sólo para confirmar que lo que necesitaba no estaba allí.     
La octava noche volvió, pero él ya no estaba; en el bar le dijeron que una ambulancia se lo había llevado días atrás porque los jubilados que ocupaban el banco durante el día habían comprobado al llegar por la mañana que ya no había interrupción entre sus estados nocturnos de inconsciencia.
Viuda de aquella voz que nunca más volvería a oír, se encerró en casa, incapaz de trabajar, de leer, de vivir… Sus amigos, hartos de luchar contra algo que no comprendían, fueron rindiéndose poco a poco, viendo como se consumía.
Un día, uno de ellos, que conocía su historia, le hizo escuchar un audio-libro de poemas de Machado, recitados por un actor de voz grave. ¡No era lo mismo! Pero consiguió que se levantase de la cama. Así que al día siguiente le llevó otro, esta vez de Lorca y ella se duchó, se vistió y bajó al supermercado a hacer la compra. Después del tercero, ya fue ella la que empezó a ir a buscarlos a la biblioteca, a comprarlos, a bajárselos de Internet: las voces la arrullaban, le ayudaban a superar el dolor, le daban sentido y belleza a las palabras, ellas eran la poesía.
Buscó fotos de sus actores favoritos, de hombres desconocidos, para contemplarlas mientras escuchaba las grabaciones una y otra vez, pero después de varios días, comprendió que nunca podría imaginar las voces en otro cuerpo que aquel que había memorizado en tantas noches junto al banco, así que dejó de intentar ponerles rostro.
Y un día lo oyó de nuevo. Estaba, como ahora hacía siempre que podía, sentada en el sillón de su casa escuchando poemas y su voz volvió a envolverla. Las lágrimas la cegaron mientras absurdamente intentaba leer un nombre que no conocía escrito en la carátula del audio-libro que había traído de la biblioteca, hecho años atrás por los alumnos de un taller de verso. 
Después de intentar sin resultado saber algo más sobre aquellos alumnos perdidos y de buscar en vano un ejemplar por todas las librerías, pagó la multa correspondiente a la bibliotecaria tras contarle una historia increíble sobre lo que su perro había hecho con el audio-libro y se quedó con él.
Ahora ha vuelto a su rutina de siempre, pero como no se resigna a que, aunque bellísimos, el repertorio de su amante sólo incluya tres poemas, sigue buscando en las bibliotecas, en las librerías, en Internet, por que está segura de que, en algún momento de su vida, aquel hombre completamente esférico y desaliñado debió de participar, sin ninguna duda, en otro taller de verso…
                        

No quiero ser madre


 
En los últimos tiempos, con motivo de la revisión de la Ley del aborto que pretende llevar a cabo el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, ha vuelto a surgir el tema de la presión social que sufren las mujeres para ser madres, aunque para ello tengan que poner en riesgo su salud o someterse a cualquier tipo de tratamiento por muy agresivo que sea. 

Las vergonzosas declaraciones del ministro para oponerse al aborto, hablando de la violencia estructural que lleva a la mujer a interrumpir su embarazo o afirmando que "la maternidad libre hace a las mujeres auténticamente mujeres" (como no puedo tener hijos, nunca seré una auténtica mujer, entonces ¿que soy? ¿Un auténtico hombre????  ¿Gallardón? Para eso estudió tanto...), magníficamente contestadas por la diputada socialista Patricia Hernández, que le dijo: "una mujer no lo es menos por no ser madre ni un hombre más inteligente por ser ministro", obviaron todos los procedimientos coercitivos que emplea la sociedad con las mujeres, empezando por todos esos miembros bien intencionados de la familia, abuelos, tíos... con sus preguntas continuas sobre la ausencia de "novedades" o sus comentarios sobre sus deseos de ejercer sus nuevos papeles con el/la futuro bebé; la publicidad con el papel prioritario que sigue preconizando para ellas; los juguetes que se siguen vendiendo y anunciando para las niñas...


Como afirma Gemma Lienas en su libro "Rebeldes, ni putas ni sumisas": "Las mujeres hemos conquistado el derecho a escoger cuando queremos ser madres, pero aún no tenemos el derecho real de decidir si queremos serlo o no. Habremos llegado a ese punto el día que la presión social sea cero".

La ensayista y psicoanalista francesa de origen suizo Corinne Maier fue una de las primeras en romper el tabú y arremeter contra la maternidad. En 2008, desató un gran escándalo con su libro No Kid. 40 buenas razones para no tener hijos. Maier considera que el motivo de la presión que se ejerce sobre la mujer para que tenga hijos es que "los Estados necesitan 'buenos' ciudadanos, y el capitalismo nuevos consumidores" para el sostenimiento del sistema. Desde el punto de vista de sociedades religiosas, la negación de la maternidad es "la negación de la voluntad de dios".
                                          

Una mujer que decide no ser madre está continuamente obligada a dar explicaciones, ya sea por incapacidad física, problemas económicos, situación sentimental, etc. "No sé por qué la sociedad sencillamente no entiende la falta del deseo de hijos. Quizá porque los niños son nuestra última religión. En Europa ya no creemos en dios, ni en el progreso, tenemos miedo del futuro.... así que los niños son nuestra última esperanza. Y se supone que debemos desearlos y amarlos", señala Maier. "Nadie se atreve a decir sencillamente: 'No me gustan los niños".




Una lengua en peligro



En Galicia hay gallegos que consideran que nuestros niños y niñas deben olvidar el gallego que es  lengua de paletos y aprender inglés que es un idioma muy útil para la emigración. El presidente de la Real Academia Galega, Méndez Ferrín opina que estos gallegos que se avergüenzan de serlo tienen complejo de Michael Jackson. Lamentablemente muchos de estos "desertores del arado" gobiernan en la Comunidad y se dedican a legislar en contra de nuestro idioma, poniendo en peligro su conservación y su uso. 

                          


LELO

Pra onde vas Lelo                            Para dónde vas Lelo
co aro de ferro                              con el aro de hierro
no día que fai                               con el día que hace
de mañá cedo.                                por la mañana temprano.
E un cabás novo                              Y una cartera nueva
e uns libros vellos,                         y unos libros viejos,
nos zocos anos                               en los zuecos años
de lama cheos                                llenos de barro.
Vou a sere outro                             Voy a ser otro
pra aquil cortello,                          para aquel cortejo,
de días de escola,                           de días de escuela,
iste é o primeiro.                           éste es el primero.
Hei estudiar                                 Voy a estudiar,
temos maestro                                tenemos maestro
pra que mañá                                 para que mañana
seña home feito.                             sea un hombre hecho y derecho.
Como che foi?                                ¿Cómo te fue?
Conta meu neno                               Cuenta mi niño
de certo que hoxe                            seguro que hoy
xa trás proveito                             ya sacaste provecho.
Bah! Non é nada, eu non o entendo            ¡Boh! No es nada, yo no entiendo
poia abofellas, que no meu testo              pues, desde luego que en mi cabeza, 
non sei que fala o meu maestro                no sé que habla mi maestro.
Dí que vostede, chamase: abuelo,              Dice que usted, se llama "abuelo"
miña mai: madre, e o chan: el suelo           miña mai, "madre" y o chan, "el suelo".
Tamén zorrega capós a eito,                   También reparte collejas a tocateja
se dís que é mouro en ves de negro.           si dices que es mouro en vez de "negro".
Mañan a escola non vou de certo.              Mañana ciertamente no voy a la escuela,
Eu non entendo, non vallo pra eso.            Yo no entiendo, no valgo para esto.
Falas estranas, estranos lerios.              Hablas extrañas y extraños cuentos.
Do meu non falan. Falan de lonxe.             De lo mío no hablan, hablan de lejos.
Pra endurecere as maus no leiro               Para endurecer las manos en el campo
ainda non compre ise maiestro.                aún no vale ese maestro.

Hoy en día, en contra de lo que dice la prensa de Madrid o partidos populistas como UPyD, es imposible vivir en gallego en Galicia: no se puede acceder a la Justicia, ni a la policía, ni a la mayoría de los funcionarios en gallego; el cine está doblado en castellano; apenas existen tres emisoras de radio en gallego, dos de televisión, un periódico y dos revistas mensuales frente a la enorme oferta de medios en castellano; la mayoría de las compañías no tienen menú en nuestra lengua; en muchos centros escolares y en contra de lo que marca la Ley, los alumnos no reciben más que dos o tres asignaturas en la lengua del país...


La mujer gallega

                                                                     Santa gallega (Asorey)

Galicia ha sido tradicionalmente tierra de mujeres fuertes que ha dado grandes figuras femeninas a las artes y a las ciencias, lo cual unido a que, incluso en la época de la dictadura, el derecho consuetudinario ha permitido a las gallegas el ejercicio de ciertos derechos de los que las mujeres carecían en el resto de la península, ha creado la falsa imagen de la existencia de una especie de "matriarcado gallego".

Lamentablemente esta idea sólo se basa en la realidad de una Galicia de mujeres solas, de lo que Rosalía de Castro denominó en uno de sus poemas "viudas de vivos e mortos". Con un altísimo porcentaje de mujeres viudas (de marinos o mineros) o esposas de emigrantes (viudas de vivos) que tenían que hacerse cargo en solitario del cultivo de sus fincas y del cuidado de los hijos y del hogar, era materialmente imposible que dispusiesen de la firma o autorización del cónyuge para cada acto de disposición de bienes o de tutela de los hijos como establecía la Ley. Sin embargo, en todos los demás aspectos de la vida, la sociedad gallega no era menos machista que la del resto del país (aunque una muy distinta concepción religiosa y cultural, la hiciese, especialmente en las zonas rurales, mucho más tolerante en aspectos sexuales).

MULLER                                                               MUJER
A meu gaiteriño,                                                     Ay mi gaitero,
ainda me acordo,                                                   aún me acuerdo
cando baixabas polo monte abaixo,                        cuando bajabas por el monte abajo
e viñasme ti dicindo:                                               y me venías diciendo:

Bota carne no pote, Marianiña,                              Echa carne en el pote, Marianiña
bota carne no pote, Marianá,                                 echa carne en el pote, Marianá
un molete enteiro. enservelletado,´                          un mollete entero, envuelto,
unha bota con viño, chupáená!                               una bota con vino,

Muller, fartura de loita                                            Mujer, hartura de lucha
qué che hei decire eu, muller?!                                qué te voy a decir yo, mujer?
Ti és coma a terra nosa,                                          Tú eres como nuestra tierra,
e a terra é coma ti é!                                               y la tierra es como tú eres!

Deixeivos a entrambas soias                                   Os dejé a las dos solas
anque convosco quedei                                          aunque con vosotras me quedé
Valeira está a terra, morna                                      Vacía está la tierra, tibia
ti, sementada, abofé. (bis)                                       tú, sementada, por cierto (bis)

E o vento decia                                                       Y el viento decía
pronto hai de volver!,                                               pronto he de volver,
pra tira-la fame, pra poder comer... (bis)                  para sacar el hambre, para poder comer (bis)

Ai, muller, cántas noitiñas,                                       Ay mujer, cuántas noches,
te deitaches coa tristura?,                                        te acostaste con la tristeza?
e o vento, ainda che traguía,                                    y el viento, encima te traía,
as novas dos que marmuran.                                    noticias de los que murmuran.

E o vento decia,                                                      Y el viento decía...
pronto hei de volver...

RECITADO FINAL:
Ti és o milagre da terra                                            Tú eres el milagro de la tierra
e, a terra é un milagre teu                                         Y la tierra es un milagro tuyo
mistura de mel e cerna                                              mezcla de miel y de cerne
de fera e de anxo do ceo.                                         de fiera y de ángel del cielo.

Pariches de pé o fillo,                                               Pariste de pie al hijo
como fan no mente as bestas.                                   como hacen en el monte las bestias
E hoxe que volto vencido,                                        y hoy que vuelvo vencido
para que eu venza ti te deitas.                                   para que yo venza tu te tumbas.

O voltar, qué che hei decir?!                                    Al volver, qué te voy a decir?
Maldito o día e a hora                                              Maldito el día y la hora
en que te deixei aquí                                                 en que te dejé aquí
pra percurar vida fora!                                              para buscar vida fuera!
O inverno da emigración                                           El invierno de la emigración
roubóunos a primavera,                                            Nos robó la primavera,
quén eu era, xa non son,                                           quién yo era, ya no soy.
e ti non és a que eras!                                               y tú no eres la que eras!
Xa poden os leiros dar                                              Ya pueden los campos dar
colleitas ben abondosas,                                            cosechas muy abundantes,
poden en Madrí falar                                                 pueden en Madrid hablar
con palabras ben fermosas,                                        con palabras muy hermosas,
que nunca nos han de pagar                                      que nunca nos van a pagar
a nosa fame de outrora!                                             nuestra hambre de antaño!

E o vento decia                                                       Y el viento decía
pronto hai de volver!,                                               pronto he de volver,
pra tira-la fame, pra poder comer...                          para sacar el hambre, para poder comer

                          
                            

El sistema de cuotas‏


Este año, la Comisión Europea se ha dado cuenta, por fin, de que sólo un 3% de las grandes empresas europeas están dirigidas por mujeres y de que además, éstas sólo ocupan el 12% de los puestos de los consejos de administración. Así, con motivo del Día de la Mujer Trabajadora, ha instado al sector privado (el Parlamento Europeo ha hecho lo propio con los estados miembros) a introducir medidas efectivas: “cuotas”, para resolver el problema.

Inmediatamente han surgido las voces escandalizadas de los profesionales de la tertulia que argumentan, entre otras cosas que es humillante obtener un puesto por formar parte de una cuota, obviando que, puesto que las mujeres suponen el 51% de la población y está estadísticamente comprobado que tanto entre hombres como entre mujeres, una abrumadora mayoría poseen una inteligencia media, un pequeño número de personas tienen un alto coeficiente intelectual, y un número igualmente pequeño se encuentran por debajo de la media; el de ahora es un claro sistema de cuotas encubierto, en el que los puestos directivos se conceden por el único mérito añadido de pertenecer al 97% de la cuota masculina, independientemente de la mayor o menor capacidad del sujeto.


Aunque el hecho de que a alguien le den un trabajo sólo por ser hombre, aunque sea un inútil, como viene ocurriendo hasta ahora, no debe ser tan humillante, al fin y al cabo, la cuota es mucho mayor...

La música silenciada

Casi inadvertida entre los grandes estrenos de las “majors”, pasó hace meses por las carteleras españolas una modesta pero hermosa película francesa: Nannerl, la hermana de Mozart, que narra un fragmento novelado de la vida de María Anna Walburga Ignatia Mozart (Nannerl era su apelativo familiar), hermana del genial compositor y que posiblemente también fue una niña prodigio, que destacó como excelente intérprete de clave y piano y acompañó a su padre y hermano en viajes por toda Europa dando conciertos hasta que se consideró que había alcanzado la edad de contraer matrimonio. Existen evidencias de que escribió composiciones musicales (cartas de su hermano alabando su trabajo) pero no se conserva ninguna de sus obras.

Tres generaciones


Andrea, quince años, se despierta a las siete y media con el sonido de la alarma de su iphone (su madre ya se ha ido a trabajar), se viste deprisa, enciende su ipod y mientras mordisquea unas galletas dietéticas, recoge su mochila, su abono transporte y las llaves y sale corriendo hacia el metro que la llevará al instituto. Está cansada porque ayer se quedó conectada al Facebook hasta las tres; cuando vuelva, se calentará algo en el microondas, dormitará un poco delante de la televisión (en casa tienen una de plasma y canal digital) y volverá a conectarse a Internet hasta que llegue su madre del trabajo y tengan la bronca diaria para que haga los deberes. Los fines de semana sale: hace botellón con sus amigos, porque en la mayoría de los sitios todavía no les dejan beber y además porque es mucho más barato y como ahora tampoco dejan fumar… Tiene novio, una amiga del alma, su madre le ralla, odia las matemáticas y la de inglés le tiene manía.

            

Carmen, cuarenta y seis años, no consigue acostumbrarse al sonido estridente del despertador, querría volver a ser una niña y que su padre la despertase con un beso antes de irse al despacho y que su madre les pusiese el Colacao y las tostadas a ella y a sus hermanos, todos sentados en la mesa de la cocina antes de ir al colegio. Se siente culpable por no poder hacer lo mismo con su hija Andrea, se siente culpable por tener que ir a trabajar, por no poder hacerle el desayuno ni la comida, por permitir que pase sola la mayor parte del día, por querer vivir un poco de su propia vida, por discutir con ella los pocos momentos que pueden pasar juntas. Pero es que, ahora es tan distinta la vida y apenas ha pasado tiempo: se mira al espejo y se ve joven, nada que ver con su propia madre que a los cuarenta parecía una vieja, siempre en casa, limpiando y cocinando para ellos. Sigue recordando mientras se viste: colegio por la mañana y por la tarde y a la vuelta la merienda, los deberes y si te habías portado bien, un rato de televisión, dos canales en blanco y negro, y en vez de mando a distancia, cualquiera de los cuatro hermanos, el que el padre tuviera más a mano para decirle: "cambia de cadena" o "súbele la voz". Después a la cama, un rato de lectura y a dormir. Viernes y sábado salida con los amigos, tomaban vino porque el vaso costaba diez pesetas y los refrescos cincuenta y no había ninguna ley que prohibiese servir vino a los menores; y con lo que costaba una coca cola podían pasar la tarde en cinco bares. Tenía novio, una amiga del alma, discutía todo el día con su madre, odiaba las matemáticas y la de francés le tenía manía.

                        

 Elvira, setenta y dos años, se despierta todos los días como un reloj a las ocho de la mañana, la hija que vive con ella desde que enviudó se lo reprocha con cariño: “¿para qué te levantas tan temprano? ¿Te lloran los niños? ¡Claro tienes tantísimas cosas que hacer!!! Anda, vuelve un rato para la cama, que luego te vas durmiendo por las esquinas”, pero no puede, lleva toda una vida levantándose temprano, primero en la aldea cuando la despertaba el canto del gallo y después ya en la ciudad, en los primeros años de matrimonio, cuando tuvo que aprender a despertarse sola porque no tenían dinero para comprar un despertador que en aquellos tiempos era un artículo de lujo. El mundo ha cambiado tanto desde que tenía la edad de su nieta que ha agotado su capacidad de asombro. Aún recuerda la sensación que sintió la primera vez que escuchó música saliendo de “unos algodones” puestos en las orejas, o eso es lo que le pareció cuando su hija le puso los auriculares de un walkman para que escuchase un concierto de su coro ¡y ahora está yendo a clases de informática en el Centro de mayores del barrio! Cuando tenía quince años, en su casa no había lavadora ni nevera, no existía la televisión y la casa de sus abuelos no tenía luz eléctrica y el agua había que sacarla del pozo. Si algún día le preguntaran a quién haría un monumento, ella no vacilaría: a los inventores de la lavadora y de los pañales, las compresas y los pañuelos desechables “¡mira que no he lavado yo cientos no, miles, en mi vida, y el asco que me daban los pañuelos al principio! No sabéis la suerte que tenéis, ni Internet, ni móvil, ni televisor en color, el mejor invento, la lavadora, sí señor, y los pañales, porque te sale una niña meona como mi Carmen…!!”.

                         

Elvira dejó la escuela a los doce años, porque se cansó de caminar los doce kilómetros que había hasta el centro escolar, porque odiaba estudiar y porque en casa iban haciendo falta unos brazos más para atender al ganado y a los hermanos que seguían naciendo, así que a los quince ya estaba deseando perder de vista a los niños, a los animales y las discusiones con su madre; pero mientras sus antiguos compañeros de juegos iban emigrando a otros países o a la ciudad para trabajar o continuar sus estudios, ella tuvo que esperar a que su novio (tenía novio y amiga del alma y la sacristana le tenía manía y por eso la criticaba) volviese de la mili para casarse y poderse ir a la ciudad.

Y ahora, piensa en sus hijas y en sus nietas y en el mundo que se ha transformado tan de prisa y siente un poco de vértigo, pero al mismo tiempo comprende que lo fundamental sigue siendo tan igual, que se siente con fuerzas para afrontar cualquier cambio que pueda venir. Enciende el ordenador, busca en Facebook el nombre de su nieta, le envía una solicitud de amistad y sonríe satisfecha ¿quién ha dicho que Internet no es para viejos?

La mujer tiene el derecho de subir al cadalso; debe tener también el de subir a la Tribuna.

La historia humana oscila como un péndulo: a la acción sigue siempre una reacción; todo avance va seguido de un retroceso; a una época de excesos sucede una de contención (y viceversa). Ningún fenómeno surge de la nada, todos son fruto de un largo proceso que, en algunos casos, si el timonel de la nave es un inepto, puede desembocar en una explosión sangrienta, tras la cual todo vuelve a su cauce, con algunas concesiones acordes al espíritu de la época y un nuevo capitán al mando.