domingo, 3 de junho de 2012

No quiero ser madre


 
En los últimos tiempos, con motivo de la revisión de la Ley del aborto que pretende llevar a cabo el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, ha vuelto a surgir el tema de la presión social que sufren las mujeres para ser madres, aunque para ello tengan que poner en riesgo su salud o someterse a cualquier tipo de tratamiento por muy agresivo que sea. 

Las vergonzosas declaraciones del ministro para oponerse al aborto, hablando de la violencia estructural que lleva a la mujer a interrumpir su embarazo o afirmando que "la maternidad libre hace a las mujeres auténticamente mujeres" (como no puedo tener hijos, nunca seré una auténtica mujer, entonces ¿que soy? ¿Un auténtico hombre????  ¿Gallardón? Para eso estudió tanto...), magníficamente contestadas por la diputada socialista Patricia Hernández, que le dijo: "una mujer no lo es menos por no ser madre ni un hombre más inteligente por ser ministro", obviaron todos los procedimientos coercitivos que emplea la sociedad con las mujeres, empezando por todos esos miembros bien intencionados de la familia, abuelos, tíos... con sus preguntas continuas sobre la ausencia de "novedades" o sus comentarios sobre sus deseos de ejercer sus nuevos papeles con el/la futuro bebé; la publicidad con el papel prioritario que sigue preconizando para ellas; los juguetes que se siguen vendiendo y anunciando para las niñas...


Como afirma Gemma Lienas en su libro "Rebeldes, ni putas ni sumisas": "Las mujeres hemos conquistado el derecho a escoger cuando queremos ser madres, pero aún no tenemos el derecho real de decidir si queremos serlo o no. Habremos llegado a ese punto el día que la presión social sea cero".

La ensayista y psicoanalista francesa de origen suizo Corinne Maier fue una de las primeras en romper el tabú y arremeter contra la maternidad. En 2008, desató un gran escándalo con su libro No Kid. 40 buenas razones para no tener hijos. Maier considera que el motivo de la presión que se ejerce sobre la mujer para que tenga hijos es que "los Estados necesitan 'buenos' ciudadanos, y el capitalismo nuevos consumidores" para el sostenimiento del sistema. Desde el punto de vista de sociedades religiosas, la negación de la maternidad es "la negación de la voluntad de dios".
                                          

Una mujer que decide no ser madre está continuamente obligada a dar explicaciones, ya sea por incapacidad física, problemas económicos, situación sentimental, etc. "No sé por qué la sociedad sencillamente no entiende la falta del deseo de hijos. Quizá porque los niños son nuestra última religión. En Europa ya no creemos en dios, ni en el progreso, tenemos miedo del futuro.... así que los niños son nuestra última esperanza. Y se supone que debemos desearlos y amarlos", señala Maier. "Nadie se atreve a decir sencillamente: 'No me gustan los niños".




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