Este año, la Comisión Europea se ha dado cuenta, por fin, de que sólo un 3% de las grandes empresas europeas están dirigidas por mujeres y de que además, éstas sólo ocupan el 12% de los puestos de los consejos de administración. Así, con motivo del Día de la Mujer Trabajadora, ha instado al sector privado (el Parlamento Europeo ha hecho lo propio con los estados miembros) a introducir medidas efectivas: “cuotas”, para resolver el problema.
Inmediatamente han surgido
las voces escandalizadas de los profesionales de la tertulia que argumentan,
entre otras cosas que es humillante obtener un puesto por formar parte de una
cuota, obviando que, puesto que las mujeres suponen el 51% de la población y
está estadísticamente comprobado que tanto entre hombres como entre mujeres,
una abrumadora mayoría poseen una inteligencia media, un pequeño número de
personas tienen un alto coeficiente intelectual, y un número igualmente pequeño
se encuentran por debajo de la media; el de ahora es un claro sistema de cuotas
encubierto, en el que los puestos directivos se conceden por el único mérito
añadido de pertenecer al 97% de la cuota masculina, independientemente de la
mayor o menor capacidad del sujeto.
Aunque el hecho de que a alguien le den un
trabajo sólo por ser hombre, aunque sea un inútil, como viene ocurriendo hasta ahora, no debe ser tan humillante,
al fin y al cabo, la cuota es mucho mayor...
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